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martes, 15 de enero de 2013

A MI AITA JOSE ANTONIO ARANZAMENDI


Con estas palabras no pretendo dar pena, ni ser ejemplo de nada... la realidad dista de estas dos premisas. Sólo quiero trasladar mis sentimientos que seguramente son los de muchas personas de este mundo que tienen a familiares enfermos de Alzhaimer.

Mi aita Jose Antonio Aranzamendi lleva 30 años padeciendo parkinson y en los últimos meses le está acuciando el Alzhaimer. La cosa va más rápida de lo que uno piensa a pesar de que intento hasta los topes animarlo para que no pierda la noción del tiempo y siga teniendo vivos recuerdos que lo hicieron vibrar por mucho que intentara hacerse el duro delante de un servidor.

Uno de ellos es el Athletic. Mi aita me enseñó a amar al conjunto rojiblanco prácticamente desde que estaba en la barriga de mi madre. Me transmitió su bendito significado y ha hecho que cada secuencia relacionada con nuestro bendito equipo genere en un servidor sentimientos muy complicados de explicar por lo bonitos y maravillosos que suponen. Además, me llevó a vivir una liga en directo en Las Palmas en el año 83, a ver ganar una Copa en el 84 en Madrid, a saltar al Estadio Insular a hacerme una foto con el Athletic cuando apenas me mantenía en pie, a saltar al Heliodoro en el año 91 con 17 años para posar con el equipo rojiblanco... e infinitos recuerdos que guardo en mi casa del Puerto de la Cruz. Por eso, es duro hablarle del Athletic y que no te responda. Por ejemplo le digo, "¡¡¡Aitatxu estamos jodidos eh!!!"... y no me contesta. La impotencia que siento es enorme y el dolor que significa es inmenso. Siento unas ganas de llorar impresionante, pero me aguanto porque en todo momento le voy a transmitir alegría y cariño que es lo que se merece porque mi aita es una gran persona. Cabezón como yo, demasiado serio, pero lo adoro y ojalá yo tuviera lo que él tiene y él pudiese vivir de forma plácida, es decir, estar con su familia, entrenar a los chicos del Puerto de la Cruz que le apasionaba... y patear todos los montes de Tenerife que le encantaba.


Sin embargo, no quiero perder el norte, el Athletic. Recuerdo cómo en uno de los últimos partidos que vimos íbamos ganando 1-0, quedaban cinco minutos para la conclusión, pegué un chillido inmenso cuando anotamos que se escuchó en todo el Puerto de la Cruz, me mandó a callar (él por dentro estaba más cardíaco que yo)... y en los últimos cinco minutos nos juntamos las manos y echamos una manita al equipo rojiblanco con toda nuestra fuerza. Desgraciadamente, ya no es igual porque cuando intento ver un partido del Athletic con mi aita, se queda dormido o no atiende a lo que sucede. Y yo sufro muchísimo...

En fin, me apetecía plasmar mis sentimientos que seguramente son los de muchos familiares de personas afectadas por esta enfermedad llamada Alzhaimer. Yo estaré con mi aita siempre, jamás lo dejaré solo y le seguiré hablando de nuestro Athletic, de ese sentimiento que me transmitió desde txikia y con el que moriré el día que Jesucristo o su hermano gemelo quiera llevarme pa allá. ¡¡¡Va por ti aitatxu!!!


P.D: En la imagen superior, mi aita junto a dos mitos del Athletic, Andoni Zubizarreta y Jose Angel Iríbar, en las instalaciones de Lezama en el año 81.

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